¡Aquí estoy de nuevo! Tres meses
sin subir ninguna entrada al blog y parece que lo haya olvidado, pero no. Es lo
que tienen las clases del máster y sus últimos coletazos y el principio del
verano, que quitan el poco tiempo que tenía. Pero aquí estoy de nuevo para
subir curiosidades sobre la saga e intentaré ir actualizando algo más a menudo
estos días de verano.
¿Y cómo era la mejor forma de
hacerlo? Con una preciosa poesía de Lord
Enrique, inspirada en Bella
en Amanecer.
A Bella, por Lord Enrique
Desde aquel sublime día,
Cuando juntos ante el altar, nos
juramos amor eterno,
Para mí el mundo tuvo un sentido
más profundo.
He vivido durante largo tiempo
He admirado la belleza de lo
simple, de lo terrenal
Pero la tuya aquel día fue algo
celestial.
El beso con que sellamos aquel
momento
Fue muy poderoso, me sumergió
por completo,
En un tren de recuerdos,
contigo, mi cielo.
En ese instante supe,
El por qué de mi condición
El porqué de mi existencia,
Y no era otra que cuidar de ti
mi querida Bella.
Partimos al inicio de la
eternidad,
Nuestra primera noche
matrimonial,
Lucias inquieta, un poco
angustiada,
Así que propuse nadar un poco,
En aquellas aguas oscuras
bañadas en luz de Luna.
Estuve unos instantes nadando y
mirando
Con detenimiento, las costas lejanas
Así sentí mis remordimientos,
Mis demonios internos, muy
lejanos.
Porque estaban ahí, para darme
fuerza y con tu amor
Descubrir que algo bueno y puro
había todavía en mí.
En medio de mis vacilaciones,
Llegaste tú, tan sólo con una
toalla
Cubriendo tu cuerpo desnudo,
En un espectáculo encantador,
La luz de aquella Luna
Acariciaba tu piel alba dándole
un brillo particular.
Suavemente dejaste caer aquella
barrera
Que separaba tu desnudez de mí.
Sentí el frío tan natural de mi
cuerpo desvanecerse por un momento.
Fue algo exquisito ver tu
silueta caminar desde la orilla al agua.
No pude dejar de deleitarme con
tu belleza,
Cada detalle de tu cuerpo, cada
imperfección
Cada rasgo de tu humanidad
latente.
No te imaginas cuán feliz y
orgulloso me sentí de saber que eras mi esposa.
La pasión y el deseo me gritaban
con fuerza
Me invitaban a tomarte entre mis
brazos y la razón me flagelaba recordándome
Mi condición,
En esa lucha interna, llegaste a
mi lado, con un beso suave pero lleno de fogosidad,
Todo se esfumó y me dejé llevar.
Entre besos y caricias
Entre profundos suspiros y
fugaces sonrisas, nos entregamos.
Jamás había experimentado una
fuerza tan poderosa
Una libertad tan completa,
Un placer tan sublime,
Como el tenerte entre mis brazos
acunada en mi pecho.
Durmiendo tranquilamente,
Después de aquel mágico momento,
Un dulce beso deposité en tu
frente, suavemente te arropé.
Y mirándote dormir, el tiempo se
me pasó contemplándote.
De aquellos encuentros un
milagro surgió
Al principio me llené de temor,
de impotencia.
Pues aquel ser que crecía dentro
de ti, te arrebataba el alma, la vida, el color de tus mejillas.
Pero te aferrabas a la idea de
darlo a luz, sin importar lo que te pasara a ti.
Quizás egoísta fui,
Pero es que sin ti la vida no es
más que una flor marchita.
Pero en unos instantes juntos,
empecé a oír una voz.
Eran los pensamientos del ser
que vivía en tu vientre.
Logré percibir que era algo
puro, que era como tú
Y decía alegre que te amaba, que
nos amaba.
Oír su voz, me hizo recapacitar
sobre mi actitud y me llenó de fuerza,
Para esperar lo que viniese.
Luego diste a luz; aquel ser
casi te mata.
Pero cuando vi sus ojos, vi algo
hermoso.
Fue una conexión que jamás había
sentido por nadie,
Era una preciosa, de
pensamientos muy puros.
Cuando volviste a ser tú después
de aquel tormentosos pero feliz momento,
Las reuní, fue maravilloso ver
la conexión entre tú y nuestra pequeña hija.
De ahí entendí que mi misión se
extendía a protegerla a ella también,
A nuestra Reesme, como las
llamaste.
Te preguntarás por qué te
escribo estas líneas, mi querida Bella.
Sólo quería darte las gracias:
Por ser el Sol en mi noche
perpetua,
Por ser el sentido de mi vida,
Por darme una hija,
Porque ahora somos una familia y
como tal nuestra historia apenas comienza.
No hay nada escrito, en el libro
de nuestros destinos, y lo que venga, juntos lo afrontaremos.
Siempre juntos, mi querida
Bella.